La Historia del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valladolid que pretendo escribir se inicia en la lejana fecha de 1817, en la que los boticarios aprobados de ciudad, con botica abierta, se unen como una piña y forman una Corporación para defender todos sus derechos y regalías de los que el Sr Alcalde Mayor de la ciudad pretende privarlos al ordenar, que en sus boticas, tan sólo se despachen recetas de ocho médicos de la capital, siendo así que su título les faculta para ejercer en todos los dominios de España y despachar cuantas recetas les presenten de cualesquiera facultativos de Medicina y Cirugía.
Establecen los boticarios que el decano o presidente de la Corporación ha de ser, siempre, el boticario más antiguo que, en este caso, era D. Francisco Simón Pardo, boticario en la plaza de los Orates.
Años más tarde, en 1865 se estableció en Valladolid el Colegio de Farmacéuticos de Castilla la Vieja, quedando constituido por 200 colegiados que, en tan sólo unos días, dieron su apoyo a D. Mariano Pérez Mínguez, su presidente y a su secretario, D. Ángel Bellogín Aguasal. El experimento tan sólo duró tres años.
Por RD del 12.04.1898 se ordenaba la colegiación obligatoria, quedando constituida la primera Junta por el Sr Bellogín Aguasal, como presidente, que ya venía desempeñándolo antes incluso de la aparición del Real Decreto, al cual sucedieron varias Juntas de Gobierno, de cuya existencia podré dar cuenta gracias a la Revista Farmacia Moderna que daba noticias puntuales de los acontecimientos más sobresalientes de todos los Colegios de Farmacéuticos de España pues, la primera acta escrita que se conserva, data del 28.12.1932, en que presidía nuestro Colegio D. Galdino Gómez de la Guerra. La colegiación obligatoria no fue efectiva hasta 1917.
Creo que a mis compañeros les interesará saber que el colegio por estos años, carecía de sede fija y sus Juntas de Gobierno se celebraban en el Salón de Actos del Círculo Mercantil e Industrial, más tarde el colegio alquiló una casa en la calle Núñez de Arce propia del farmacéutico D. Melanio Calvo Criado y hasta llegar al definitivo domicilio colegial tuvieron que pasar por otras cuatro sedes colegiales.
Se estudia la composición de cada una de las Juntas de Gobierno, así como las vocalías que la componen y que, a lo largo de los años, se van haciendo más complejas no sólo en número, sino también en los asuntos a tratar, teniendo un carácter inespecífico las más antiguas pero, a partir de 1950, se ocupan de parcelas específicas, como la de Inspectores Farmacéuticos Municipales, la de Analistas, de Laboratorios, de Almacenes y, más recientes, la de Dermofarmacia, Farmacia hospitalaria, Óptica y Ortopedia y especial atención a los cursos y conferencias preparadas por las distintas Secciones.
Se considera la implantación del Seguro de Enfermedad que, a partir de 1946, tiene como consecuencia el aumento del gasto farmacéutico lo que provoca, por un lado como reacción de la Administración, la reducción del beneficio profesional, estableciendo los márgenes escalonados del R-48, R-64 y R-77 y, finalmente, pasando a la implantación del margen profesional único del R-80 y, por otro, la demora en el pago de las facturas a los Colegios, que pone a los colegiados con oficina en aprietos económicos.
Se analiza la labor de los farmacéuticos titulares que, para el desarrollo de su función inspectora, fue preciso organizar cursos obligatorios de formación y reciclaje que les capacitasen para efectuar análisis clínicos, de aguas, vinos, tierras, abonos, grasas y leches, etc., para lo cual era necesario poseer un laboratorio equipado de los instrumentos y reactivos necesarios, en cuya instalación les presta su ayuda económica y científica el Colegio de Farmacéuticos.
Y también se habla del establecimiento del servicio de Guardia y de urgencias nocturnas, así como vacaciones del farmacéutico con carácter voluntario.
Se consideran las Comisiones administrativa, científica y profesional así como la deontológica que vela por el cumplimiento del código deontológico profesional, sobre horario de apertura y cierre de Farmacias, descuentos, adelanto de especialidades sin receta y otro tipo de infracciones, todo ello con el auxilio de Inspectores deontológicos locales o del Consejo General.
También se estudia el establecimiento del Patronato Farmacéutico Nacional que sustituye al antiguo Colegio de Huérfanos, que representó una auténtica conquista en el terreno de la previsión y jubilación de Colegiados con oficina o sin ella, que se financiaba con cuotas de los colegiados y con el timbre o distintivo que llevaban las especialidades. Aunque mayor fue la satisfacción que los Farmacéuticos titulares experimentaron con su pase a Funcionarios de la Administración civil del Estado.
Uno de los aspectos a mi juicio más interesantes de este estudio, es la creación del Museo y Biblioteca colegial que llevó a cabo el tesón y conocimientos de D. Miguel Avedillo cuya fundación fue a costa de donaciones particulares e incluso compra por parte de Colegio de distintos albarelos, tarros y orzas, muchos de ellos de gran valor por su belleza y antigüedad, así como morteros campaniles, de mármol, hierro fundido y, así mismo, se exhiben distintos aparatos de laboratorio, procedentes quizás del Laboratorio colegial y particulares, pinturas e, incluso, imágenes.
Cosa parecida ocurre con la biblioteca que, en casi su totalidad fue donada por compañeros que, generosamente, se desprendieron de libros de gran antigüedad y valor sentimental y económico procedentes, en su mayor parte, de sus ancestros farmacéuticos.
Se hablará en él de la concesión de honores y mercedes: Presidentes de Honor, otorgamiento de medallas de bronce, plata y oro que en las Juntas Generales de fin de año se conceden por diversos motivos, así como homenajes a ciertos colegiados por diferentes causas. Todo esto acompañado de fotografías antiguas y modernas, en blanco y negro y en color, que se conserven de estos y otros eventos.
Se hace un repaso de los Almacenes que abastecieron nuestras farmacias y de nuestros padres, especialmente el Centro Farmacéutico Castellano, fundado, en principio, exclusivamente para las farmacias de Valladolid pero que, más tarde estableció sucursales en otras provincias castellanas.
Y muchas cosas más, como son listados de farmacéuticos colegiados y de los establecidos en cada uno de los años; distintos decretos reguladores para establecimiento de las oficinas de Farmacia; prácticas tuteladas de los alumnos de distintas Facultades de Farmacia, especialmente de la de Salamanca, en las farmacias vallisoletanas; establecimiento de Bolsa de trabajo en el colegio de farmacéuticos, breve biografía de farmacéuticos ilustres de Valladolid y provincia del siglo que nos ocupa, etc..
Don Antonio Martín Plaza.
Don Antonio Martín Plaza es Licenciado en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid.
Lo que comenzó como una afición, el buscar los orígenes de sus antepasado farmacéuticos, ha acabado transformándolo en una brillante labor de recopilación histórica que le ha convertido en el cronista de la Farmacia de Valladolid.
Profesionalmente ha ejercido como Farmacéutico militar y como titular de Oficina de Farmacia en Valladolid.
Ha publicado dos libros “Boticas y Boticarios ilustrados de Valladolid y provincia” y “Boticas y Boticarios Vallisoletanos en los Austrias Menores”.
Está en imprenta ya un tercero “De artesanos a profesionales: farmacéuticos decimonónicos vallisoletanos” y, actualmente, está trabajando en la redacción de la Historia del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valladolid.